REVUELTA LITERARIA 2015

ATENTOS REVOLTOSOS!! LA COMISIÓN VECINAL DE BARRIO DON BOSCO (PRESIDENTE Y VICE) Y LA COMISIÓN VECINAL DE BARRIO URQUIZA (PRESIDENTE)SE SUMARON AL PROYECTO "CONSTRUIR MEMORIAS REVOLTOSAS" Y COLABORARÁN CON LA PINTADA DEL TAPIAL Y EL ARREGLO DEL MISMO EN LAS PARTES EN QUE ESTÁ DETERIORADO. ADEMÁS INVITARÁN A LOS VECINOS DEL MISMO BARRIO A LA JORNADA DE CIERRE DE PINTADA A PARTICIPAR DEL EVENTO Y COMPARTIR CON NOSOTROS LAS MESAS DE LECTURAS, LA MÚSICA ADEMÁS DE ACOMPAÑAR CON SU PRESENCIA EL DESARROLLO DE LOS DIBUJOS Y LA PINTADA FINAL. ELLAS (LAS COMISIONES VECINALES)SE HAN MANIFESTADO CON ALEGRÍA ANTE EL PROYECTO. AHORA SOLO RESTA EFECTIVIZAR EL MISMO. SERÁ UNA HERMOSA FIESTA DE LA PALABRA. UNA VEZ MÁS MOTIVAMOS A ENCONTRARNOS CON LA COMUNIDAD EN ESTA IDEA DE RECUPERAR PALABRAS!!! DESDE YA MUCHAS GRACIAS A LOS PRESIDENTES VECINALES. UN ENORME ABRAZO EN LAS PALABRAS A SU PRECIOSA VOLUNTAD!!

Tendría que haberla amado

Publicado en  Revista FLOP
Martes 24 de Mayo de 2011
María Laura Flores nos envía un homenaje a Alicia Cámpora, fallecida en el año 2008, recordada escritora nicoleña quien fuese autora de libros como "El espejo de Rosaura Acevedo", "El extraño envoltorio del Loco Pablo" y "Dominó", por citar algo de su larga obra.

Tendría que haberla amado
Subjetivo homenaje a Alicia Cámpora
Por M. Laura Flores
Escribir es estar descompuesto escribe Pablo, y cómo no voy a creerle; lo pienso mientras espero el café y en la mesa de al lado, un muchacho se engulle dos empanadas. Las empanadas le quitan el romanticismo literal a cualquier poema, pero escribir es estar descompuesto. Escribir es una forma de no existir, o existir en el silencio; en ese rincón tenebroso a donde nos lleva el alma cuando sobre la planta de los pies se posa la lucidez, la sagacidad de las palabras bien puestas.
Alicia es la mujer más hermosa que conocí en la ciudad. Siempre me la encontré sentada, o leyendo, y pocas veces caminando por las calles.
Quería escribir sobre ella y descomponerme, apretar los huesos sobre los pulmones y arrojarle lo que nunca podría decirle. Pero escribir es una forma de no existir, entonces escribo, desde la lejanía del cuerpo y con la cercanía que siempre da lo que se sospecha anónimo. Ahora mismo no existo, entonces escribo que a Alicia tendría que haberla mirado con los ojos despiertos. Con los ojos mojados. Impregnados de simplicidad. Empapados de frío. Porque hacía frío la primera vez que la vi, ya no recuerdo donde. Pero Alicia me enamoró la última vez que nos cruzamos, en un patio de glicinas, una noche tibia que podría haber sido eterna. (Las noches eternas siempre son suposiciones, cálculos que desbordan la complejidad de la permanencia; nunca quedan mal para un poema).
Ahora me digo que tendría que haberla amado cuando la miraba. Amado y recogido su cuerpo después de haberla mirado. Tendría que haberla abrazado con la boca muerta. Abrazado y recorrido cada una de sus palabras. Tendría que haberla corrompido desde la fugacidad de la existencia. Tendría que haberla amado, sencillamente.
Pero aquella noche, que podría haber sido eterna, fue tan fugaz como el último beso. Un beso desconocido, incierto, fugitivo, un beso sin documentos. Un beso en donde ni yo misma reparé, tan cordial como la propia amabilidad.
Este silencio desde donde escribo es apenas una palabra. Es un no existir desde la declaración de la escritura. Esta mudez es un abecedario inconcluso. Un ajedrez para siempre (como lo complejo de la eternidad). Y entonces ¿serán eternas sus manos? ¿en dónde estará escribiendo? ¿en dónde estará amando? ¿a quién le estará diciendo que "toda esa gente que pasa a mi lado tiene una historia digna de conocer"?.
Esa noche me enamoré como quien respira, como quien saluda. No me di cuenta hasta después que tendría que haberla disfrutado y escuchado hasta que ardieran los sonidos. Una cierta inmovilidad me atrapó desde la planta misma de los pies, pero entonces mis latidos eran iguales a los de cualquier noche, mi cuerpo era igual. Nada me alertó sobre el sentimiento futuro: este amor tan dócil, tan pasajero, tan a destiempo.
Fue como descubrirla en un cualquier páramo, desnuda y sola; y que me pregunte lo mismo "¿sabés lo que es estar en un páramo, desnudo y solo?". Y la respuesta continuaría el poema "que te arranquen la piel, que te descubran el alma, que no te comprendan, que huyan de vos".
Comprendí a Alicia cuando ya no estaba, cuando ya todo su cuerpo se había fugado de mis ojos, pero me quedó la desnudez de sus cuentos y poemas, y desde allí pude enamorarme.
Sin embargo vuelvo a aquella noche de la última vez, y, lo sé ahora, tendría que haberle dicho algo, una minima palabra que marcara mi silencio y surcara ese breve espacio que nos alejaba (o nos acercaba desde nuestro mutuo desconocimiento). Sé entonces, que lo único eterno, es la ausencia.
Pero yo tendría que haberla mirado con los ojos vivos. Tendría que haberla abrazado con el cuerpo quieto. Tendría que haberla amado, naturalmente.

LA NARRATIVA DE ALICIA CÁMPORA Por Betty Badaui

Publicado en El Diario El Norte San Nicolás - Secc.  Norte Cultural
14 de mayo de 2005

La narrativa de Alicia Cámpora nuevamente me sorprende, creemos, absurdamente, conocer la forma estilística de un autor cuando seguimos su obra, sin tener en cuenta que la creatividad del escritor siempre tiene que tocar el punto justo del asombro; para que éste nos deleite como si fuera la primera vez que leemos a dicho autor.
   En "Nada hacía suponer", los cuentos de Alicia nos mostraban su realismo con un manejo suelto y casi tierno del lenguaje, ajustado éste a cada tema con una crudeza suave; entrábamos en estos relatos con liviandad aunque nuestras emociones se prendieran de las tramas.
   Esos relatos fueron el preludio de las novelas, cada una de ellas con una energía distinta pero siempre apresando nuestras emociones, "El ritual de la última semana" y "El extraño envoltorio del loco Pablo" se leen de una vez, sin pausas; luego llega una temática donde el amor y la historia se entrelazan con fuerza; leemos, consultamos, sacamos conclusiones mientras nos fascinamos con la narrativa de "En sus huesos revive el ardor".
   Ahora he abrevado en las aguas cristalinas unas y turbias otras, de Dominó; este dominó de palabras nos llega con una fuerza que abre heridas cuando lo leemos: "seguimos siendo tan pobres" se queda en nuestra garganta mientras empujamos hacia adentro las lágrimas como queriendo evitar ser testigos de una realidad que nos pertenece. La tabla salvadora llega con "el bizco", entonces respiramos con alivio porque la lealtad, la que espera "con una cuchara llena de remedio", también es patrimonio argentino.
   La presencia del torturador reporteado, picanea el interior, aún lacerado, de quien fue torturada, hay un "retorno al horror" y un final de gaviota.
   "Hombres dibujados" merece ser declarado poema, la autora lo relata casi dibujando las palabras.
   El entretejido fino de "Culpable por omisión" nos deja perplejos, en silencio...
   Cada uno con su historia, "esa gente que pasa a mi lado" es lo que vemos a diario, Alicia lo mira desde un enfoque profundo, el dolor de "Noelia" es una premonición para guiarnos a un final cuidadosamente elaborado.
   "Futuro muerto", tiene la magia de hacernos creer lo increíble y crece, crece en nuestra imaginación.
   La fantasía camina feliz por los pasillos de "hotel" y donde hay magia también pueden hallarse algunos personajes de Cortázar, para unirse a este relato distinto con multiplicidad de secuencias en una brevedad de astillas.
   "El académico y la escritora", es un relato que debe leerse no sólo para disfrutarlo sino para ver el espacio que media entre la ironía fina y la formalidad pomposa, salvada ésta por el magnífico vuelo hacia lo mágico que la autora les concede con la inclusión de Kafka y otros grandes idénticamente encendidos y vitales.
   Cada uno encontrará un surco diferente, cada uno arropará de distinta manera a Dominó.
   Yo quiero sentirlo así: mágico y real, con broncas y penas que cobran vuelos; tan solo quieren ser libres para no llorar.
                                                      Betty Badaui