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Mostrando entradas de febrero, 2008

EL PÁRAMO-

de ALICIA CÁMPORA -¿Sabés lo que es estar en un páramo, desnudo y solo? -Sí que lo sé, casi te diría que es mi estado natural -¿Vos? -Yo -Andá, qué decís -Que sé lo que es estar en un páramo, desnuda y sola, que te arranquen la piel, que descubran tu alma, que no te comprendan y que huyan de vos. -¿Quién podría arrancarte la piel? -Quizás yo misma -¿Y por qué querrías hacerlo? -De sádica nomás. -¿Vos sádica? -O masoquista -¿Vos masoquista? -O autodestructiva -Quién me iba a decir. -¿A decir qué? -Que eras autodestructiva -Parece que sí -Parece -¿Parece? -¿Cómo saberlo? -Preguntándoselo -Esto es muy fácil. Decirlo, claro. -O muy difícil respondérselo. -En eso estoy de acuerdo -¿En qué? -En que es difícil respondérselo, por varias razones -¿Varias? Creí que había una sola. -Varias. -¿Cuáles serían las varias? -Miedo. -Qué más. -Orgullo -Qué más -Mirada errónea sobre la realidad. -Qué más -¿No son suficientes? -¿Para qué? -Para pensar. -Estoy cansada -¿De qué? -De pensar -¿Por? -Porque no...

EL PECADO DE NANI

Se levantó y fue derecho al baño. Se lavó la cara, se la secó y se miró en el espejo. Cuándo vas a aprender, Nani. De dónde sacaste que tenías que decir todo lo que pensabas. ¡Pobre Nani! Cuánta ingenuidad. Por qué será que no podés callarte una sola vez, al menos, alguna parte de todo lo que pensás ¡Ay Nani!, cuánta ingenuidad. ¿Todavía no te diste cuenta cómo son las cosas? Cada uno tolera lo que tiene ganas de oír, Nani querida, se dijo mientras intentaba desparramar su maquillaje con dedos nerviosos. Lo que menos ganas tiene todo el mundo, aún vos, Nani, es que alguien se le pare enfrente y le diga lo que no quiere oír ni ver. ¿Te das cuenta?, se preguntó una vez más. Y como si hubiera logrado convencerse a sí misma, hizo una sonrisa a quien tenía en el espejo y salió decidida. Los tacos resonaban en toda la casa. Fue y vino con alegría, fue y vino sonriente, diciendo a todo que sí, bah, a todo no, había cosas que no podía hacer, pero bueno, conseguía de algún modo cumplir la autop...

LA SOMBRA II

La sombra se proyectó sobre la casa y la dejó en tinieblas. Tan profunda. Tan negra. Tan sádica bajo su máscara. La sombra no se conformó con tragarse la luz, y entonces también se tragó el aire. La sombra de la muerte y la sombra de la vida. Como una patética conjunción de los contrarios. Nani levantó hasta el tope las persianas, con desesperación. Buscaba un rayo de luz. Tan ingenua era. La sombra penetró por el mayor espacio de las ventanas y se apropió de todos los rincones. Se apoderó de la totalidad de la casa. Pero, por supuesto, nunca pudo conocer el sol. Se apoderó de toda la casa, decía, sí, pero... por cuánto tiempo. Se sintió triunfadora. En su ignorancia ni se le ocurrió pensar que no existe sombra sin sol. Es por eso que tapó todos los agujeros, cerró, clausuró todas las ventanas para que ni un mínimo de luz pudiera penetrar, y ser ella, sola, la sombra, marchita, triste, la reina. Pero no, pobrecita, no, esa sombra se fue muriendo. Ya lo dije, no existe sombra sin sol. Y...

LA SOMBRA I

La sombra se proyectó sobre la casa y la dejó en tinieblas. Tan profunda. Tan negra. Tan sádica bajo su máscara. La sombra no se conformó con tragarse la luz, y entonces también se tragó el aire. La sombra de la muerte y la sombra de la vida. Como una patética conjunción de los contrarios. Nani levantó hasta el tope las persianas, con desesperación. Buscaba un rayo de luz. Tan ingenua era. La sombra penetró por el mayor espacio de las ventanas y se apropió de todos los rincones. Se apoderó de la totalidad de la casa. Pero, por supuesto, nunca pudo conocer el sol.